LAS DOS ROSAS. Por Teresa Moreno
No sé en qué momento baje del tren.
Ni sé en qué estación estoy.
Camino entre los empujones de la gente.
Observando como padres e hijos y la
pareja de enamorados se abrazan
a su llegada, pero tú no estás ahí.
Sentada en un viejo banco de madera,
acurrucada entre mis hombros y mi
bufanda, abro un libro con las letras casi borradas.
Entre las páginas dos rosas ya
marchitas. Cierro el libro y
y sigo con los ojos bien abiertos.
Mirando los zapatos de la gente,
mirando cada pisada que me recuerde
a tus pies y me suene
a tu llegada.
Siento una mano en mi hombro
y acaricia el borde de mi cara.
Levanto los ojos y veo tus manos
ofreciéndome dos nuevas rosas.
Comentarios (4)
Tere, me gusta mucho el texto por la delicadeza de su expresión
Gracias Regina,
El encuentro es tierno, con un lenguaje sutil y romántico. No sé si el hecho de encontrarse en una estación de tren desconocida es para dar magia al encuentro supuestamente fortuito pero es un detalle que no pasa desapercibido. Buen trabajo Tere.
Gracias Ana Maria Sánchez. 😘